martes, 19 de junio de 2012

Despedida de uno de nuestros fundadores

      Integrante hasta el día de hoy del equipo de Bibliofórum, Francisco de Paula Pérez de la Parte deja de formar parte del grupo como parte de la organización. Aquí os dejamos su carta de despedida:
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      Bueno, es el momento de escribir la despedida... de la formalidad, de la organización. Es momento de hacerse a un lado y dejar que la vida te lleve por otro camino.

      Mucha suerte a Bilbiofórum, y a Juan, Teo, Concha y Pepe, por supuesto, como siempre. Esto ha sido un tiempo realmente bueno en el que he aprendido mucho, disfrutado mucho y compartido mucho (lo que engloba a todo lo anterior).

      Seguiré intentando estar lo más al día posible de todo, y participando en la medida de mis posibilidades. Pero la aventura a bordo de este barco, se ha terminado. Ahora podré sentarme en la orilla a verlo pasar, disfrutar del ruido del viento en las velas sin pensar a cada momento si este cabo o el otro estará bien atado. Es lo justo, es lo recomendable... es lo que hay. :)

      Abrazos y besos para quién los quiera, que estoy que lo tiro y me los quitan de las manos.


      Hasta siempre.

      F. P. Pérez de la Parte.
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miércoles, 9 de mayo de 2012

Citas de Mayo: FLS.

     Mayo en Sevilla, en el ámbito literario, es sinónimo de Feria del Libro. Y, como tal, Bibliofórum no podía dejar de formar parte de esta gran cita anual con la literatura en la capital andaluza. Por tanto, aquí os dejamos las tres actividades, con el formato habitual que nos caracteriza de mesa redonda participativa, que os ofrecemos para este mes: 

     1) El Domingo 13 de Mayo, a las 18:00, en la Sala Apeadero del Ayuntamiento, revisaremos el Género Fantástico de la mano de Antonio Martín Morales (autor de la saga La Horda del Diablo -Editorial Everest-, El Mar de los Sueños -Editorial Pearson-, Torrevela -Ediciones Irreverentes- y La mirada de Judas), Anabel Botella Soler (Ángeles Desterrados -Editorial Nowevolution) y F. P. Pérez de la Parte (El Guerrero Elfo, Premio Jaén de Narrativa Juvenil 2010 -Editorial Montena). La moderación irá a cargo de Concha Perea Gómez.

     2) El mismo Domingo 13, de 19:00 a 20:00 (a continuación y en la misma sala), Pepe Carrasco nos presentará un duelo de excepción entre Griegos y Godos: Teo Palacios (Hijos de Heracles, -Editorial Edhasa) y Juan Antonio Caro (Señores de Godos -Editorial Jirones de Azul) se enfrentan en combate verbal para hablar sobre la literatura histórica ambientada en el período clásico contra aquella que transcurre en el medievo.

     3) Por fin, el Sábado 19, a las 14:00 también en la Sala Apeadero, Miguel Aguerralde (Claro de Luna y Noctámbulo -Editorial Idea- y Los Ojos de Dios y Última parada: La Casa de Muñecas, esta última saldrá a la venta el 25 de Mayo -Editorial 23 Escalones), Jesús Cañadas (El baile de los secretos -Editorial Grupo Ajec) y Albo López (ilustrador ceutí especializado en terror -un ejemplo de su obra lo podemos ver en las ilustraciones de la mencionada El baile de los secretos) nos ayudarán a destripar el género de terror, bajo la atenta mirada de F. P. Pérez de la Parte, para mostrarnos la evolución de nuestros miedos y ahondar en su verdadero origen y destino a lo largo del tiempo y, por supuesto, en la actualidad.

     Así pues, una oferta cultural diversa e interesante que no os podéis perder salvo causa de fuerza mayor y sabiendo en todo momento que lo lamentaréis el resto de vuestros días.

     ¡Os esperamos con los libros abiertos!

martes, 10 de abril de 2012

Citas de Abril

Este mes iniciamos tenemos varias citas interesantes:


-Viernes 13: “Elementos fantásticos en la literatura histórica” contaremos con la presencia de Ricard Ibañez. “La monja alférez” “ la última galera del rey” “Mio Sidi” y creador de los juegos de rol “Aquelarre” y “El capitán Alatriste”. Teo Palacios “Hijos de Heracles” y Juan Antonio Caro Cals “Señores de godos”

19.00 CICUS Madre de Dios nº 2

-Jueves 19: “Libros que cambiaron nuestra vida” Con Teo Palacios “Hijos de Heracles”, Juan Antonio Caro Cals “Señores de godos”, Pepe Carrasco “El Capitán Nadie” “El regreso de el Capitán Nadie” Francisco de Paula Perez Parte “El guerrero elfo”

18:00 Biblioteca municipal de Gines

-Sábado 21: Pendiente de confirmación

12:00 Feria del libro de Tomares

En cuanto quede confirmada nuestra presencia en Tomares os lo haremos saber a todos

domingo, 18 de marzo de 2012

Capitulo I: Donde acaban y comienzan las cosas

Esta es una entrada muy particular de nuestro blog. Durante cierto tiempo, hemos estado pensado en hacer algo especial. Este espacio no puede ser únicamente un lugar en el que anunciar las citas del mes y colgar alguna noticia o reflexiones; primero, porque ya hay muchos otros blogs haciendo eso mejor que nosotros, y segundo, porque somos, ante todo, escritores. Contar historias es lo que nos gusta hacer ,de hecho algún miembro del Bibliofórum afirma que es lo único que sabe hacer. Y eso hemos decidido: vamos a contaros una historia, y cada uno de nosotros escribirá un capítulo. Esperamos que os animéis a comentar, tal vez incluso a participar, pero lo que más esperamos es que os guste nuestro pequeño juego y sigáis su desarrollo con nosotros.


Al llegar a la Explanada de las Dianas se sintió como un conejo en campo abierto.
Demasiado tarde para girarse y correr en otra dirección. Allí terminaban sus opciones. No podía seguir huyendo y esconderse, bien lo sabía; era inútil. Ya solo quedaba el cara a cara. La Explanada era un descampado tras los cuarteles que la guardia usaba para prácticas de tiro. Durante el día paseaban por allí los cadetes, los instructores y un buen número de ociosos. Ahora, la noche y la lluvia habían dejado desierto el escenario de su muerte.
No pudo decir que oyó algo a su espalda; su perseguidora se deslizaba con la suavidad de un pañuelo de seda. Solo supo que estaba cerca, sentía sus ojos y su odio acercándose a él. Desenvainó la espada, un gesto tan familiar que había perdido todo su significado. Matar era una rutina tediosa. No parecía tan sencillo en aquel momento; el peso del arma era un negro augurio. Alcanzó a ver una silueta menuda y veloz saltando sobre su cabeza. Echó a correr, la carrera más lenta y desesperada de su vida, porque era la última y no lo llevaba a ningún sitio donde quisiera estar. Alcanzó la mitad de la explanada y se dio cuenta de lo estúpido que era huir, y se avergonzó de aquel arrebato de temor. No podía ganar pero aún podía sostener su mirada, contemplar su rostro. Se giró y plantó los pies en el suelo. El corazón le ardía y la respiración le llenaba el pecho con el ritmo doloroso de un viejo fuelle.
La etérea alcanzó la explanada apenas unos segundos después. Al contrario que él, venía caminando con lenta majestad, pasos firmes, y el arma enfundada. La sacaba en el último instante, cuando ya era demasiado tarde para intentar nada.
-Alia… -Se le quebró la voz.
La etérea lo miró con el desprecio desbordándole el rostro. En mitad de la oscuridad su piel y sus cabellos emitían un resplandor azulado. Una delicada llama de gas en mitad de la noche, una llama que lo abrasaba desde la primera vez que se habían visto y que ahora iba a consumirlo por completo.
-No digas mi nombre. No tienes derecho. Ni siquiera deberías mirarme -Sus pálidos labios escupieron las palabras, el acento de las cumbres azules le dio aún más dureza al desprecio con el que fueron pronunciadas.
Cuánto rencor… No tenía miedo a morir. Ahora lo sabía, era el despecho lo que le restaba fuerzas, la injusticia de su situación.
-¿De veras me crees capaz de algo así?
Alia vaciló. Por un instante pareció que iba a perder su dureza, pero no duró.
-Te creo capaz de todo.
-Es cierto… ¡Pero no a ti! ¡Y menos por dinero! -Arrojó la espada al suelo-. Alia, yo nunca…
Esta vez no hubo aviso. La etérea le alcanzó con el puño en pleno rostro. Parecía increíble que un ser tan pequeño, con aquella impresión de delicadeza, pudiera ser tan dolorosamente certera. Cayó al suelo y no se volvió a levantar.
-¡He dicho que no uses mi nombre! ¡Has perdido ese derecho, bastardo!
Así que realmente ella lo creía capaz. Aquello le dolió más que el golpe.
-¡Nos han tendido una trampa! ¿No te das cuenta? Estamos justo donde los Hiladores querían ponernos. Si me matas cumplirás su voluntad, no la tuya.
-Tú no sabes nada sobre mi voluntad, no sabes nada sobre mis deseos.
-Sé que quieres matarme, y que luego volverás con los tuyos, y que no regresarás a los Mundos de Abajo nunca más. Contarás tu historia, los etéreos nos juzgaran por ella. Eso es lo que quieren. Que les cuentes a tu gente palabras llenas de odio.
Alia miró al cielo. Las nubes encapotaban la luna y las estrellas. No había ninguna respuesta escrita en las alturas que tanto amaba. Estaba sola.
-Lo que dices no tienes sentido. Hablas y hablas. Solo quieres ganar tiempo.
Negó con la cabeza. Eso solo había sido cierto al principio. No quería que ella lo creyese culpable de semejante crimen, que maldijese su nombre años y años después de que la tierra lo hubiera cubierto.
-Te amo -le confesó.
Alia desenfundó la espada, una hoja corta azul radiante, ligeramente curva, con un largo mango de marfil sin guarda. Un arma que a primera vista no podía competir con su pesado mandoble de acero templado.
-Mentiroso hijo de perra. Coge tu espada.
-No quiero.
-¡Cógela!
-Por favor…
-No seas cobarde. Dijiste que la muerte no te preocupaba.
-No tienes que hacer esto.
Alia se abalanzó sobre él, los ojos hirviendo de rabia y la espada en ristre. Él apenas la esquivó. Era imposible hacerlo, se movía con una agilidad endiablada, como si el cuerpo no le pesara. En el costado derecho se le abrió un largo tajo. Rodó por el suelo y cogió su espada.
-No quiero pelear contigo.
-¡No me importa lo que tú quieras!
Alia saltó. La espada entre las manos se hizo negra como un trozo de noche; no podía ver su trayectoria. Alzó el mandoble y las hojas se deslizaron entre sí. Su única esperanza era hacer un molinete que la obligase a soltar el arma, pero no lo logró. Alia saltó hacia atrás, equilibró el peso del cuerpo de una pierna a otra y lanzó una estocada contra su rostro. Él intentó esquivarla curvando el cuerpo, pero notó un mordisco en la mejilla. No podía seguir a la defensiva, no lograría nada. Tenía que desarmarla antes de cansarse. Saltó hacia ella con la espada baja. Alia lo esperó agachada y se coló bajo la hoja, hundiendo su pequeña espada a través del muslo y de la ingle, una cuchillada feroz, de abajo a arriba.
Cayó de costado, sin saber si había llegado a gritar, tratando inútilmente de contener el caudal de sangre con sus manos.
-¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? -Susurró desde el suelo-. En el mercado de los pájaros. No me enamoré de ti entonces. Entonces solo me pareciste una curiosidad, me enamoré al leer tus “crónicas”, me enamoraste con tus frases. Escribes igual que peleas, con frases afiladas y certeras.
Alia se agachó a su lado.
-Nunca te he amado.
-Ya lo sé. No importa. Solo quiero que sepas que no fui yo.
-Explícate.
-No puedo.
El mundo se volvió borroso a su alrededor. El cuerpo le ardía. La belleza de Alia escapaba de su vista.
-Tienes tres años para encontrar una respuesta. O volveré a encontrarte y te mataré.
Le había parecido que le besaba la mejilla. Cuánto había soñado con ese beso.

lunes, 12 de marzo de 2012

Entrevista a Teo Palacios

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Teo Palacios es escritor, corrector, profesor de creación literaria y, desde hace poco, miembro del Bibliofórum. Para que podáis conocer un poco mejor al autor de "Hijos de Heracles" (Edhasa, 2010) os dejamos esta pequeña entrevista.


1- Sabemos que desde pequeño has sido un enamorado de los libros. ¿Qué tipo de libros te gustaban más? ¿Siempre te has decantado por la narrativa histórica? ¿Qué otros géneros literarios te gusta leer?

Pues leía prácticamente todo lo que caía en mis manos. El primer libro que recuerdo haber leído es Momo, de Michael Ende. Recuerdo también haber leído Sandokán y El Corsario Negro, de Salgari. La Isla del Tesoro… Lloré cuando estaba terminando La Historia Interminable porque, claro… aquello no se podía terminar, ¡por propia definición! En fin, literatura de aventuras y juvenil, que era lo que correspondía, claro. La literatura de corte histórico fue un paso posterior. Creo que la descubrí con El Nombre de la Rosa, que rompió moldes y creó estilo y es una novela imprescindible, aunque con perspectiva creo que no es novela histórica sino de ambientación histórica, que es algo distinto. Años más tarde, casi mediada la veintena, leí El Señor de los Anillos… y fue el inicio de mi relación formal con la escritura.

2- En una ocasión comentaste que el curso natural de una persona que lee mucho es la escritura. ¿Qué te aporta esa actividad? ¿Qué opinas de la gente que, por pudor o miedo, no se atreve a dar el paso de lector a escritor?

La escritura me evade, me permite olvidar que estoy anclado al suelo y echar alas, vivir momentos y circunstancias que jamás viviré. Y eso es una experiencia única que ninguna otra actividad puede proporcionar. Enriquece a nivel personal, nos abre la mente porque tenemos que aprender a pensar como lo haría otras personas… Escribir nos hace mejores personas, siempre y cuando uno no se endiose y crea que es algo porque se dedica a juntar palabras.

En cuanto a aquellos que prefieren mantener sus textos en privado… Decirles que, normalmente, suelen ser mucho mejores de lo que ellos mismos creen. No hace mucho, una buena amiga me sorprendió con un relato estupendo y conmovedor con un final de infarto. Si uno no está seguro de lo que vale, que pregunte. Igual se sorprende.

3- Has publicado la obra Hijos de Heracles: El nacimiento de Esparta. Cuéntanos tu experiencia, tus luces y sombras. ¿Ha sido como esperabas?

Fue mejor de lo que esperaba en muchos aspectos. Tuve la inmensa suerte de publicar con una gran editorial que sacó un ejemplar maravilloso de la novela. Dos meses más tarde era necesaria una segunda edición, los comentarios eran muy buenos en general… Aún hoy, dos años después, me siguen llegando mensajes de personas que leen el libro y me dicen que les ha emocionado.

Sombras también hay, claro… La falta de promoción, por ejemplo. Entiendes que no se puede apostar con mucha fuerza por todo, aunque creo que si se hubiera trabajado más la novela podría haber tenido un recorrido mucho más largo y mejor. Claro, que eso es lo que dicen todos los escritores. Igual es que tengo que poner los pies en el suelo y ver que no daba para más. En general estoy muy satisfecho.

4- ¿Alguna obra en el tintero sobre la que nos puedas adelantar algo? ¿Cuáles son los proyectos literarios de futuro de Teo Palacios?

Ahora mismo tengo una novela en manos de varias editoriales de primer orden de la que estoy esperando noticias. Fue un proyecto muy bonito, y muy arduo, que me llevó dos años terminar. Una historia fascinante de amores, odios y venganzas en la Sevilla del Siglo XI.

Empiezo a trabajar ahora en un nuevo proyecto, la continuación de Hijos de Heracles. Pero no sé si podré llevarla a cabo, aún es pronto para decirlo.

lunes, 5 de marzo de 2012

Citas de Marzo

Marzo se presenta con fuerza, estamos preparando citas y eventos de cara a los meses de Abril y Mayo, que se presentan moviditos. Mientras preparamos nuestro calendario de trabajo ya podemos anunciaros lo siguiente:

-El día 9 de Marzo a las 19:00 en CICUS La Sociedad Tolkien representada por Rocío Cañero Puerto, Alberto Castro y Delia Martin Garwood nos ofrecerán una interesante visión sobre las obras menos conocida de J. R..R. Tolkien, su influencia en la literatura fantástica posterior, las dificultades que sufrió (y causó) a las editoriales, así como otras curiosas anécdotas que nos harán ver el universo de este extraordinario autor de un modo completamente nuevo.

Seguid atentos porque la primavera se presenta de lo más interesante

jueves, 16 de febrero de 2012

Corazón de Hielo


Bien, esta noche traemos ante vosotros esta fantástica historia de princesas, sueños, hielo... pero también de amor, un amor único como solo podemos alcanzar a imaginar muy a duras penas. Os dejamos con Kah-la y su maravilloso descubrimiento.

    Vivía en un palacio transparente. No estaba edificado en duro cristal; ni siquiera con frío hielo. Lo habían construido con ese material cálido y suave con el que se tejen los sueños hermosos, aquellos que consiguen que, al despertar, nuestros días resplandezcan cargados de amor y belleza. Se alzaba sobre una colina plagada de flores que escarchaban de color la verde hierba, cubriendo toda la pendiente. Al fondo, las ariscas rocas de un acantilado arrullaban al mar, cuyas olas salpicaban, en días de tormenta, los grises farallones, en los que líquenes y enredaderas se abrazaban aferrándose a las piedras. Un bosque de hayas y robles crecía hacia el este y, cada mañana, algunos pajarillos saludaban al nuevo día trinando desde sus nidos, trenzados con las virutas perdidas de las caricias que, algunos amantes ya olvidados, se habían prodigado bajo las copas de los árboles, mucho tiempo atrás. De vez en cuando, un ciervo alto y poderoso, de enorme cornamenta, se asomaba a la linde del bosque, y ella tenía la ocasión de observar los ojos del animal, de los que irradiaba la ternura que nos envuelve al acariciar a nuestro hijo por primera vez.

    Porque en aquel bello paisaje vivía Kha-la. Era una princesa, por supuesto; de pelo nocturno y ojos del color de una nube de tormenta. Alta y delgada; de rostro alargado y pómulos marcados con la suavidad que un soplo de brisa le regaló al nacer. Tenía manos delicadas y suaves, y dedos largos, intrépidos y ágiles.

    Y así debía ser, puesto que era la encargada de que los sueños de los hombres les infundieran valor y honor; Vigilaba, a través de la luz de la luna, el sueño de todos los durmientes, y se aprestaba a coser en ellos, con hilos bordados de oro y suavidad, sinceridad, perseverancia o arrojo, tenacidad, justicia o sensatez… O cualquier otra cosa que aquel hombre en concreto necesitara en su vida.

    Lo único que Kha-la no podía otorgarles era amor.

    Tenía unas ruecas mágicas que fabricaban sin descanso hilos y más hilos de todos y cada uno de los hilos con los que trabajaba. Pero la rueca encargada de preparar el hilo de Amor permanecía siempre silenciosa, enmohecida en un rincón. Y la única madeja que tenía de aquel material estaba seca y resquebrajada.

    Y es que, Kha-la tenía el corazón de hielo.

   No era por casualidad que viviera sola. Nadie se acercaba a sus dominios, pues se decía que una simple mirada suya podía convertirte en una figura cincelada en escarcha. Nadie había amado nunca a Kha-la, porque ella jamás había permitido que alguien se acercara lo suficiente para hacerlo.

   Así vivía su vida: solitaria y vacía, llenando de belleza la vida de los demás; rodeada del hermoso esplendor de las cosas sencillas; pero sin que nada pudiera arrancarle la menor de las sonrisas. Así pasaban sus años: hueca como el tronco de un árbol quemado; incapaz de comprender el fuego que inunda la esencia de un hombre ante una mirada de amor. Porque Kha-la era inmortal, y llevaba tejiendo sus sueños desde antes de que los hombres empezaran a contar el tiempo y a mirar las estrellas. Puesto que jamás sentía calor ni pasión, nunca bebía, a pesar de que, a pocos pasos de su palacio transparente, manaba un manantial de agua rica en cariño.

    Un día, Kha-la alzó la mirada y contempló una gota de lluvia que había surgido de la nada. Flotaba en el aire, frente a ella, risueña y cantarina. Y Kha-la vio su reflejo por primera vez. Comprobó la tristeza de su mirada; la suave languidez de sus labios, grueso y plenos, hinchados y anhelando poder besar, aunque no sabían cómo hacerlo. Descubrió que las yemas de sus dedos eran ásperas por el constante uso de las agujas; y también que su piel era pálida, pues nunca había sido tocada por el roce abrasador y trémulo de un amante. Levantó entonces uno de sus gráciles dedos y rozó la gota de lluvia, que murió tan pronto como sintió su tacto. Y Kha-la se estremeció, pues comprendió que, a pesar de que era capaz de hacer feliz a todos los hombres, nunca conocería la dicha que entregaba a otros. En ese mismo instante, corrió hacia el estanque que formaba el manantial y hundió en él sus manos. Necesitaba lavarse la tristeza de tantos años, de tantas vidas. A continuación se tumbó al sol. Necesitaba que sus cálidos rayos calentaran su piel, alejando el intenso frío que se había albergado en su interior.

    Y, entonces, empezó a ocurrir algo extraordinario. Las gotas de agua que humedecían sus manos no se secaban. Se fueron agrupando una tras otra, formando dos pequeños lagos en las palmas enrojecidas, y una vez que todas se hubieron reunido, fueron, poco a poco, fundiéndose entre los dedos. Pasaron del exterior al interior del cuerpo de la princesa, que poco después sintió un sofocante escalofrío. Las gotas del manantial rico en cariño viajaban a toda velocidad por las venas de la princesa, descongelando todo aquello que tocaban en su viaje hacia el corazón, pues ese era su destino final.

    No fue necesario esperar mucho tiempo. De pronto, Kha-la comprobó que comenzaba a elevarse en el aire, que las flores se alzaban a su alrededor, girando en un torbellino de color que la dejaba ciega al permitirle ver toda la hermosura que la había rodeado y que nunca antes había advertido. El viento rugía poderoso, pero en lugar de zarandearla la mecía con ternura; El sol se convirtió en una llama ardiente, aunque no la consumía, sino que se dedicaba a sonrosarle los labios, que hasta ese momento habían permanecido pálidos. Y su corazón se fundió al comprender que había desperdiciado toda una vida de vidas al no sentir antes aquella reconfortante sensación.

   Cuando volvió a reposar en el suelo, agotada y vencida por lo poderoso de aquel sentimiento desconocido hasta entonces, se quedó dormida por primera vez en la historia de la Tierra. Fue entonces ella la que tuvo un sueño. En él pudo ver a un hombre. Era un hombre sencillo. Vestía como cualquier otro, hablaba como cualquier otro, reía como cualquier otro. Pero su mirada era distinta. Era de una profundidad insondable, como si la luz del Universo se perdiera en ella. Aquellos enormes ojos miraban el mundo de un modo diferente a cualquier otra cosa que ella hubiera conocido. Hablaban de Amor. Hablaban de entrega. Hablaban de la capacidad de dar sin esperar recibir, pero sabiendo que, sin necesidad de pedir, se le entregaría a cambio. Hablaban de la capacidad de sonreír y de alegrar la vida de los demás con esa sonrisa…

   Kha-la despertó entonces y se sintió ligera como nunca antes. Alzó la vista y comprobó que comenzaba a anochecer, y que su trabajo la esperaba. Corrió hacia la habitación en la que tejía los sueños y buscó en los pálidos rayos de luna al hombre al que había conocido soñando… Lo encontró plácidamente dormido, con una tenue sonrisa curvando sus labios. Y, también por primera vez en su vida, sintió que sus ojos se humedecían, que la visión se le nublaba, de modo que pasó uno de sus dedos sobre los párpados rodeados de largas pestañas para comprobar lo que sucedía. Notó que el dedo se empapaba y, al mirarlo, un pensamiento llegó hasta ella mientras frotaba las yemas una contra otra, sintiendo aquel rocío en su piel: «así que esto es una lágrima».

    Se introdujo en el sueño de aquel hombre. Quería saber qué lo hacía tan diferente, por qué se le había aparecido. Y lo que observó entonces la dejó sin palabras, pues descubrió que él era justo lo contrario a ella: estaba lleno de amor, pero no tenía a nadie a quien entregárselo, de modo que lo repartía entre todos aquellos con los que se encontraba: acariciando el cabello sedoso a una desconocida, diciendo una palabra amable a un anciano o esbozando una sonrisa a un extraño. Y Kha-la quiso recibir todo aquel torrente, toda aquella inundación de pasiones que el hombre albergaba en su interior de tal forma que le rebosaba y alcanzaba a todos los que pasaban cerca de él.

   Tomó entonces la olvidada madeja de hilo de Amor que, al contacto con sus dedos, aún humedecidos por su primera lágrima, chisporroteó y se iluminó con la luz de un arcoíris. Aquella noche, Kha-la solo tejió una colcha de sueños, la más hermosa que hubiera creado nunca, urdida con el nombre de aquel desconocido.

    Cuando la concluyó, se tumbó en su sillón favorito y se arropó con ella. Desde entonces, espera a que su amado la encuentre; y es su sonrisa la que se encarga de velar los sueños de los hombres.

Teo Palacios.